En Seis propuestas para el próximo milenio, el novelista Ítalo Calvino hace una reflexión sobre la literatura que puede extenderse a las artes plásticas. En el capítulo dedicado a la Levedad el narrador italiano escribe: “Podríamos decir que a lo largo de los siglos dos tendencias opuestas han competido en la literatura: una trata de hacer del lenguaje un elemento sin peso que se eleva sobre las cosas como una nube o, mejor aún, como un polvo fino o, más acertadamente, un campo de impulsos magnéticos. La otra trata de darle al lenguaje el peso, la densidad y concreción que tienen las cosas, los cuerpos y las sensaciones.”
Comencé a leer los ensayos de Calvino luego de ver la exposición Materia Prima, en la que participan pintores-escultores y ensambladores de objetos cuyo trabajo bien podría definirse con el comentario del escritor sobre la segunda tendencia. En las artes visuales el uso de objetos y materiales de desecho restituye a las cosas su valor como objetos estéticos, que expresan algo por sí mismos.
Aunque es un hecho que el arte objeto y la materia cuentan con una larga historia, sus más recientes matices merecen una consideración especial por lo que atañe a la relación entre lo abstracto y lo concreto del mundo físico.
Para empezar debemos establecer cuáles son las diferencies entre la manera en que el dadaísmo ve el objeto artístico en contraste con los hacedores de objetos del presente. El objeto dadaísta era el resultado de una reacción cargada de humor e ironía contra el racionalismo exacerbado y paralizante del positivismo científico y sus engendros tecnológicos. Muy frecuentemente el objeto dadaísta incorporaba maquinarias o esquemas mecánicos en su configuración física. La forma los objetos era transformada desde para crear asociaciones en la mente del espectador. El arte contemporáneo ve en la materia un principio que precede a la forma.
Hace algunos lustros el Arte Póvera evidenció el potencial expresivo de los materiales a partir de las características físicas de los mismos; el artista recurría a los materiales orgánicos, industriales o artesanales- atraído por su condición de detrito de la sociedad de consumo; para activar su expresividad no era indispensable articularlos en un objeto de dimensiones fijas sino que los materiales deberían amoldarse a las características del espacio que los contenía. Así pues montones de rocas, árboles o incluso criaturas vivas constituían por sí mismos la estructura material como se nos presenta el mundo.
Tanto los objetos dadaístas como las acumulaciones matéricas del Arte Póvera sorprendían por el incremento exponencial del significado natural de las cosas. La primera reacción al verlos era preguntarse si podían ser calificados sólo como objetos artísticos y si pertenecían a un ámbito mucho mayor que el de una galería o un museo.
El interés actual por la materialidad deviene de una búsqueda del ser esencial de las cosas, como apunta Calvino: del peso, la densidad y concreción que tienen. En el ensamblaje de objetos es importante no saturarlos con referencias o modificar su expresividad original, propia del material que los constituye. El artista debe valerse de las propiedades intrínsecas de cada objeto, haciendo énfasis en su origen.
Luego de contemplar las vitrinas de Juan Manuel Romero, los pequeños libros viejos apilados, de Francis Alÿs, o las cajas de resonancia de una antigua marimba de Gabriel Orozco, es evidente en ellas que la intención es devolver a cada material su esencia física, hacernos conscientes de la mínima estructura que requiere la materia para volverse poesía. La existencia es materia prima y en está se encuentra en el origen de la invención.
La necesidad de regresar al origen material nos lleva a un genuino estado de contemplación (la levedad) en el que los objetos son apreciados por el silencio que encierran y su expresivo estado original.
Una misma sensación es comunicada a través de la pintura y el dibujo presentes en esta exposición, curada por Guillermo Santamarina. Las pinturas de Pablo Vargas Lugo representan formas sutiles que rehúsan dejar una imagen sólida en nuestra mente, y nos devuelven a la idea platónica de que lo que vemos son tan sólo reflejos y sombras del mundo.
La aportación de la muestra es la reflexión que hace sobre la realidad en dos sentidos: subrayando la noción de materia (el peso) y la levedad de la forma. Ambas sitúan el mundo de lo real para detenernos en la contemplación de su existencia pura.
Publicado en el suplemento Sábado del periódico Unomásuno el 16 de febrero de 1991
La exposición Materia Prima se presenta en la galería Etnia, Belgrado No. 5, Zona Rosa.
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