Sexualidad y religiosidad / IV y última

Lo que resulta más cautivante de estos dos temas es que resurgen en un periodo en el que nos encontramos al final de un siglo esencialmente agnóstico. Un período en el que la intolerancia y la actitud anticlerical convirtieron a la religión y el comportamiento religioso en algo prohibido, alienangte o –en el peor de los casos– en motivo de persecución y exterminio.

La tradición moderna mexicana pretendió alejarse de toda representación o tema que implicara nexos con algún culto o fe religiosos. Aun así entre sus contenidos figuraba la presencia divina o religiosa como factores endógenos del a cultura, pero siempre destacando su carácter mítico e ideológico. El comportamiento religioso se asoció con la religión católica, el pensamiento místico indígena y la sociedad teocéntrica en la que se daba, no se les analizó como parte de una filosofía colectiva y casi nunca en su dimensión cognitiva de la imagen y el desarrollo de la mirada estética.

Sería demasiado tratar de explicar el resurgimiento de la religiosidad en base a las nuevas prácticas –el cine y la televisión– de la imagen y la mirada. La visión religiosa ya formaba parte de la urdimbre cultural, sea de raigambre cristiana, musulmana o judía. El artista recupera la religiosidad como un elemento cultural distintivo y siempre presente en la cultura Es probable que el efecto del arte moderno sobre el artista contemporáneo haya sido de reinstalación de las creencias religiosas, a partir de un deseo de inclusión del rito o de exclusión de lo extraño, lo extranjero, como sucede con el rechazo a las prácticas musulmanas en Occidente.

Por otro lado, las explicaciones sicoanalíticas freudianas aunque arrojaron luz sobre el comportamiento ritual cayeron en el descrédito rápidamente entre los artistas, que solo vieron en lo primitivo su carácter estético. Carl Jung y sus seguidores pudieron construir una teoría que basaba en la antropología y el análisis de los símbolos reconoció la validez del comportamiento religioso como parte fundamental de la sique e influencia sobre la creación artística.

El pesimismo y escepticismo que se apoderaron de la reflexión filosófica (y en general de la cultura) dejaron en las artes un vacío que difícilmente podía ser llenado con argumentos materialistas o formales. Ante posiciones radicalmente historicistas o formalistas, el pensamiento religioso vuelve a surgir como una alternativa, que en el caso del arte mexicano actual se consolida en los 80.

Hay quienes ven en la religiosidad una tabla de salvación y hay quien la considera una fuente de mitologías digna de una reelaboración imaginativa, a veces irónica, en otras, simbólica. Ambas actitudes se manifiestan de formas distintas; por un lado encontramos acciones rituales como aquéllas de Marcos Kurtycz (en sus performances dedicados a explorar el sacrificio precolombino o católico) o Michael Tracy (en el peregrinaje y acción llevado a cabo en San Ysidro, en la frontera de Texas con México, con la participación artistas como Eloy Tarcisio y Eugenia Vargas Daniels) en las que el culto es producto de la continuidad personal de una historia personal, la cual se alterna con un ejercicio sincrético de lo cristiano y lo prehispánico.

En otros casos, como en el de la presencia de mitos bíblicos (Salomé, San Sebastián, la Crucifixión), el arquetipo mismo es el punto de partida para abordar una realidad distinta y similar a la referida en el texto bíblico. Obras como las de Oweena Fogarty, Julio Galán, o Ana Mendieta, demuestran el uso de esos imaginarios en la creación contemporánea.

Dentro de la complejidad de la cultura tercermundista, influida por modelos europeos o variables económicas impuestas de Norte a Sur, los artistas estadounidenses de origen latino (cubanos, puertorriqueños, mexicanos, centro y sudamericanos) vieron en la religiosidad un punto de unión entre sí y sus comunidades de origen, tomemos por ejemplo la obra de José Bedia, Adolfo Patiño o Juan Francisco Elso . No hay que pasar por alto el hecho que fue el arte fronterizo, hecho por mexicano-estadounidenses, el primero en incorporar conscientemente la religiosidad a sus artefactos y acciones sin prejuicio alguno, específicamente los retablos producidos por David Ávalos y John Valdez.


A este tipo de asunción de lo religioso habría que sumar otra práctica artística quizá más profunda, en el que se recurre a la manifestación de la religiosidad como una necesidad interna y una forma de resistencia y rebeldía hacia el avance de la cultura materialista. Tengo la impresión de que en este caso se encuentran la formación de una cultura monolítica a la que más adelante se opuso un modo alterno de entender la experiencia contacto con otras experiencias de carácter chamanístico y sus experiencias de cambio de conciencia.

Países como España y México, que conocieron tiempos de autoritarismo seguidos de liberalismo (aunque no político en el caso de México), producen reflexiones a través del arte que son muy distintas. En México el autoritarismo político (con su consecuente carga de corporativización e institucionalización de la cultura y las artes) produjo la radicalización de los jóvenes en los ’70, misma que se diluyó en la década siguiente. De esta experiencia se produjo una fractura en nuestro modo de pensar: el modelo de sociedad al que aspiramos ya no depende exclusivamente de lo económico sino también de lo político (en su sentido más amplio, como defensa de los derechos elementales y de la cultura propia).

En la medida en que somos parte de una cultura que nos inculcó la necesidad del sentimiento religioso y, en la medida en que éste nos hace particularmente distintos, es así que se arraiga la necesidad de reinterpretar la religiosidad en otro contexto. Al intentar llevar esta experiencia en la que se entrecruzan variables culturales muy heterogéneas se llega a conclusiones como la de que no es necesario manifestar la religiosidad únicamente a través del tratamiento de una simbología existente, sino que también es posible reinventar una nueva religiosidad en torno a convicciones personales.


Publicado en el suplemento Sábado del periódico Unomásuno el 28 de septiembre de 1991

No hay comentarios:

Publicar un comentario