A menudo vemos el surgimiento de formas expresivas a las que se les añade el prefijo Neo o Post para distanciarlas de otras a partir de las cuales surgieron o citan, tal es el caso de la llamada Neográfica a la que también se le conoce como gráfica alternativa.
Cada sociedad y momento histórico crean formas que les son peculiares porque se adaptan a las necesidades artísticas o porque los artistas las incorporan a su repertorio de medios expresivos. El proceso de apropiación de técnicas como el fotocopiado y la impresión con matriz de puntos o la impresión laser corresponde al deseo de hacer algo diferente respecto a las técnicas tradicionales de la gráfica y también a la necesidad de manejar un contenido conceptual distinto, así como modificar los medios de consumo de la gráfica. El problema es que críticos y artistas no se han puesto de acuerdo en lo que significa este cambio de medios mecánicos de reproducción a medios digitales.
Como casi todos los inventos que han transformado a las artes visuales, el uso de medios electrónicos con fines artístico-gráficos se dio de manera casual. Vale la pena subrayar este hecho pues es a partir del no-saber-cómo, como empieza a articularse un lenguaje diferente que lleva a manejar contenidos distintos.
Mientras en la gráfica tradicional se perfeccionan los procesos lentamente, en la gráfica alternativa se parte de la total incompetencia del artista ante el medio para dar pasos agigantados en pos de un concepto totalmente distinto.
El nuevo lenguaje gráfico tiene una característica específica que algunos artistas hemos puesto en evidencia. Dado que el medio electrónico no admite el trabajo directo es frecuente partir de imágenes preexistentes (dibujos previos, fotografías, collages, etcétera). Esto provoca que se trabaje en un sentido más conceptual de la imagen que en sus características formales. En consecuencia se requiere de una crítica que más que describir el producto técnico de la nueva estampa, se concentre en las ideas, el contexto en que éstas se dan y el medio del cual provienen.
En la nueva gráfica nos encontramos a menudo con imágenes procedentes de los medios de comunicación, imágenes que son un comentario en sí mismas, y que caen en categorías diversas: de interés humano, científicas, de interés político, humorístico o de corte etnológico. El artista las manipula descontextualizándolas, al hacerles añadidos o sustracciones; las descompone en fragmentos para subrayar su construcción sintáctica en sujeto, verbo y predicado y dar la oportunidad al espectador de analizar los contenidos por separado, o las reúne bajo nuevas categorías. La gráfica tradicional parte de principios contrarios: construyendo unidades, abarcando un todo e inclusive, presentando una narración basada en una sola imagen.
La neográfica se separa de las calidades artísticas para presentarnos realidades estéticas y, cuando hablamos de estética abrimos un espectro l de las interpretaciones individuales y sociales, que al dejar de lado la unidad y autonomía de lo artístico se convierten en mensajes de índole política y social.
Con la ventaja que ofrecen las computadoras y las fotocopiadoras al producir cientos de ejemplares en pocos minutos, el autor de neográficas no tiene que preocuparse por numerar un tiraje, enmarcarlo y colocarlo dentro de una galería o museo. Su idea gráfica puede tomar la forma de un volante que circula de mano en mano, fuera de los canales artísticos establecidos. De esta manera la neográfica altera las formas tradicionales de consumo artístico y en los medios de difusión del mismo, al combinar técnicas sofisticadas de distribución como es el fax o el correo.
Es precisamente por ese aspecto informal e inasible de la gráfica que la crítica se ha quedado atrás, ya que mucho del trabajo realizado por el crítico depende de la documentación que pueda hacer de obras expuestas en recintos ex profeso. ¿Cómo articular un discurso crítico de algo que puede circular libremente por línea telefónica entre dos computadoras? La crítica tradicional depende de la estabilidad del objeto artístico, de su permanencia, visibilidad y evidencia estables, p ero la gráfica reproducida por cientos y almacenada en bytes rehúye esas características.
En general el arte contemporáneo enfrenta un problema difícil de resolver. Con mayor frecuencia el objeto artístico se asimila a la realidad o ésta asimila al objeto. Al acortarse la distancia entre uno y otro el público tiene todo derecho a preguntarse dónde está el arte y la crítica y los artistas tienen la obligación de responder qué transformación opera en los objetos artísticos para que éstos dejen de ser parte de la realidad y se conviertan en piezas de arte (o colección) o manifiestos estéticos.
Un atisbo de solución podría encontrarse en dejar de ver en el arte, en este caso particular al arte gráfico, como el resultado de técnicas de reproducción mecánica o pertenecientes a tal o cual estilo o escuela y, ver el objeto artístico como una parte de un proceso de reflexión sobre realidades específicas. Y por su parte, la crítica debiera externar una manera de ver el mundo expresado dentro de un período cultural.
La invención de la imprenta desencadenó el conocimiento humano. La invención de la litografía abrió el mundo del periodismo y con éste un cuarto poder en la sociedad occidental republicana. Es posible suponer que la gráfica digital provoque un cambio en la conciencia humana sobre lo que es esencial en el arte y lo que resulta accesorio. Esperemos que así sea.
Publicado en Sábado de Unomásuno, 14 de agosto de 1993

Ponencia presentada en el simposio de Nuevas Gráficas, en la Academia de San Carlos, ENAP, UNAM, el 5 de agosto.
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