La era de las revisiones
etnográficas.
Crónica y comentario de cuatro
exposiciones que pretenden esclarecer el pasado, criticar el presente y apuntar hacia el futuro
inmediato de la cultura, sus relaciones con las ciencias sociales, la
multidisciplina y la migración de formas y contenidos.
No cabe duda, se nos ha
venido encima una avalancha de exposiciones que toman el pulso a la historia
reciente y sacan a la luz los procesos con los que el arte contemporáneo aborda
los fenómenos económicos, sociales, políticos y culturales que influyen sobre
la vida de millones de personas.
De alguna manera nos pasamos la primera década de este siglo
regurgitando y digiriendo el fin del siglo anterior y sus consecuencias sobre
la nueva era. Parece que al fin curadores y artistas, así como teóricos desde
la antropología social y la etnología, comienzan a elaborar sus teorías sobre
la producción visual, las artes y el sentido de inminencia en las artes al que
apunta Néstor García Cancilini en
su más reciente libro: La sociedad sin relato. Antropología y estética de la
inminencia1
En general, el reciente
panorama artístico en la capital mexicana se enfoca en los sucesos que
describen la transición entre el mundo de bloques políticos y económicos
regionales hacia un mundo globalizado, donde todo está interconectado y donde
las teorías sobre los efectos profundos de la globalización y la aceleración de
la historia, ofrecen un panorama desestabilizador en la mayoría de los casos,
crítico en algunos pocos y preocupante en promedio.
No sabemos aún donde se
encuentra el hilo de la madeja. Si los eventos que vivimos son el producto de
una acción de la tecnología de las comunicaciones instantáneas y
desterritorializadas; si se trata de un relevo generacional que marca nuevos
rumbos en el consumo y utilización de esas tecnologías, o si es el capitalismo en su etapa
consumista, los que determinan el qué y el cómo hemos llegado esta era post
identitaria, post industrial, post neoliberal. Prefijos más o subfijos menos, el mundo se sacude ante los
cambios, los repliegues y la aparición de nuevos jugadores y estrategias en la
arena global.
Lo que si queda claro es
que efectivamente la cultura, siempre menospreciada por la política, la
economía y los conglomerados financieros, es el
terreno donde se libran las batallas para definir qué sucederá, cuál será el
balance y el principio de orden de este siglo que transcurre de su infancia a
la pubertad, con la sintomatología propia que encierra esta metáfora.
Como señala el
antropólogo Marc Augé, las zonas de conflictos culturales se
exacerban cada vez más y los enfrentamientos surgen de diferencias religiosas,
del choque entre modelos de sociedades hipermodernas que contrastan con
sociedades premodernas, pero en los cuales existen burbujas que tienen vínculos
con el presente y el pasado.
¿Dónde estamos parados
hoy? A nivel global, la promesa
del libre comercio, como la mano invisible que reacomodaría la economía mundial
y permitiría una racionalización del uso de materias primas y su intercambio
por tecnología que facilitaría un desarrollo sustentable, y la homologación de niveles de
bienestar han quedado reducidas a
espejismos, ante la debacle provocada por la más reciente crisis financiera
global (2008) y la amenaza del próximo tsunami financiero.
A estas cuestiones y otras
más específicas se refieren exposiciones recientes presentadas en diversos
museos mexicanos como: Fetiches
Críticos, Residuos de la Economía
General (presentada en el CA2M de Madrid y ahora en el Museo de la Ciudad de
México); Resistir al Presente (exhibida en el Museo Amparo de la ciudad de
Puebla y posteriormente en El Museo del a Ciudad de Paris); Los sueños de una Nación (expuesta en
el Museo Nacional de Arte de México,DF); y Extranjerías
(expuesta en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, en la capital
mexicana).
La fetichización de la crítica cultural
La exposición Fetiches
Críticos es en buena medida un
barómetro sobre las consecuencias de los paradigmas capitalistas en prácticas
irreguladas o marginales, que surgen dentro de cualquier sistema y que son
parte de la definición del mismo.
El capitalismo crea sus propios virus y antivirus para curarse en
salud. No obstante, pareciera que las actitudes críticas
desde el arte, se muestran más proclives a plantear juegos perversos que
resultan más reactivos que
críticos o propositivos.
Dicho de otra manera, el humor surrealista, la ridiculización o las metáforas de las anomalías del
capitalismo, son más creíbles y verosímiles que el duro análisis filosófico
materialista histórico.
Los curadores de la
muestra, Cuauhtémoc Medina, Marina Botey y Helena Chávez MacGregor, apuestan a una combinación entre la
teoría general del fetiche de William Pietz , y a la máscara y el rito salvaje de Georges Bataille, como ejes
teóricos para escapar de una posmodernidad problemática. Sin embargo, entre los 22 artistas
participantes no se ven claras propuestas para construir una plataforma cultural diferente que
marque el camino de una salida airosa. Hay rebeldía, humor y subversión, e
incluso, como en la obra de Vicente Razo, una malicia perversa que contamina a
los medios impresos estadounidenses con sus pequeñas intervenciones en los
sistemas de entrega por correo de revistas estadounidenses.
No cabe duda que el arte es
la expresión más acabada de la fetichización
de la mercancía descrita por
Marx hace más de siglo y
medio. Su valuación histórica y
estética, sus mercado, sus procesos de legitimación son invenciones de un
enclave restringido de comerciantes y publicistas.
Con una construcción
curatorial paradójica, inspirada en la revista Documents, que dirigiera el polémico Georges Bataille entre
1929-31, que utiliza el fetiche para criticar el fetichismo económico
capitalista, para darle una sopa de su propio chocolate, la exposición barre
con la idea de que el museo (en la obra Skoghall Konstall, de Alfredo Jaar) o
la obra de arte (en las producciones de Andrea Fraser y Martí Ason, Untitled
y Mobilario para museos, respectivamente) serían a la vez tácticas
para criticar la noción de valor y productos insertos en el proceso de
mercantilización y legitimización del sistema artístico occidental.
La exposición demuestra su
músculo crítico cuando la ironía, el riesgo o la esquematización simplificadora son parte la estrategia
individual del artista. Por ejemplo, en la obra de Miguel Calderón (Testamento; con el que le hereda
legalmente todos sus bienes al millonario Carlos Slim); Judi Werthein (cuyo video This
Functional Family muestra un documental sobre la vida de una familia de
inmigrantes dentro de uno de los más representativos ejemplos de la
arquitectura funcionalista holandesa de los años 1930), y la obra de Jota
Izquierdo (Capitalismo Amarillo), un esquema simplificado que compara el uso de
la propiedad intelectual en el sistema capitalista con la reproducción pirata de CDs y DVDs musicales y
cinematográficos, que ofrece diariamente el ejército de vendedores ambulantes
en el metro de la ciudad de México.
Esta es una pieza que
concita el interés de los visitantes de la exposición, porque constituye una
mediación simbólica de una realidad que todos perciben día con día.
Como curso introductorio a
la estética postcapitalista, la muestra
denota el criterio
etnológico, descriptivo y demostrativo,
que en ocasiones elude la vinculación entre fetiche y rito, como sucede en la obra de Medina
y Botey, basada en una fotografía de los 200 millones de dólares en billetes
capturados a un narcotraficante chino en México en 2008, la cual con un viraje
fotográfico se transforma en una imagen arquitectónica, paráfrasis del método
analítico paranoico de Dalí. La muestra cataloga expresiones críticas del
neocolonialismo usando la justicia poética: ojo por ojo, diente por diente.
Las ideas de Bataille sobre
la insubordinación del arte y la crítica a su papel de panacea son elementos y
la posibilidad de lectura de la obra de arte con criterios etnológicos y de
crítica cultural, ofrecen ventanas de oportunidad para una saludable
desublimación de la obra de arte en nuestra era, a la que se refieren Dawn Ades
y Fiona Bradley en su texto
reproducido en el catálogo de la exposición2
1 García Canclini, Néstor (2011), La sociedad sin relato. Antropología y
estética de la inminencia. BBAA, Ed. Katz,
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